martes, 9 de septiembre de 2014

Machismo, feminismo, "hembrismo"....

Estoy hasta las narices de que cada vez que digo que soy feminista me suelten perlas como:
"ah, así que feminazi" (feminazi es una palabra absurda)
"ah, así que piensas que la mujer es superior al hombre" (WTF?)
"ah, pues ya que eres feminista, ¿por qué dejas que te invite un hombre?" (Si alguien quiere invitarme, por mí perfecto, pero me da lo mismo que sea hombre o mujer)

Muchachos y muchachas, antes de soltar perlas de este tipo, mirad la definición de "feminismo" en el diccionario, ¿vale? Pero os lo ahorro yo. Según la RAE:

FEMINISMO: 
1.- Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.
2.- Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.

¿Y qué es el machismo?
Pues es, según la RAE, "actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres".

La palabra "hembrismo" no figura en la RAE, pero sí es utilizada para definir la "actitud de prepotencia de las mujeres respecto de los varones". Así de simple.

Y, para aquellos que digan cosas como "si es por la igualdad... ¿por qué no se llama de otra forma, en vez de feminismo?", les explico que durante muchísimo tiempo la mujer siempre estuvo en segundo plano con respecto al hombre. El hombre tenía todos los derechos, y la mujer tenía pocos o ninguno. Se supone que el feminismo es una reivindicación por parte de las mujeres para las mujeres, para que tengamos igualdad de derechos y oportunidades.

Y tras aclarar este par de cosillas, me voy.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Racismo

Hoy estuve recordando cosas de cuando estaba en la primaria.

Me di cuenta de que ciertas cosas que pasaron, sólo se entienden con la edad, cuando adquieres conocimiento de lo podrido que está el mundo y la gente. Mientras uno es pequeño no entiende bien ciertas cosas, quizás porque los niños no tienen la mente tan podrida con prejuicios como muchos adultos.

Recuerdo que en mi clase, sólo había una niña aparte de mí. Las opciones que tenía eran o bien andar con ella, andar con los niños (que no me caían bien en su mayoría, por brutos) y andar con niñas más mayores o más pequeñas. Esta niña que iba en mi clase solía enfadarse frecuentemente conmigo, y yo con ella, así que cada dos por tres rompíamos nuestra amistad hasta que una de las dos daba el paso de la reconciliación.

En una de esas "rupturas" de amistad, me hice amiga de una niña latinoamericana (no sé de qué país era, sólo sé que tenía acento, y que era la única extranjera en el colegio). La llamaré María (que no es su nombre real, del que tampoco me cuerdo muy bien). Yo estaba en 2º o en 3º de primaria, y ella era dos o tres años más mayor que yo. Me llevaba realmente bien con ella. Era muy simpática, educada y amable, así que me gustaba mucho estar con ella en los recreos.

En anteriores ocasiones había entablado amistad con niñas más mayores. En algunas ocasiones, no eran unas compañías demasiado recomendables, pero en otras no tenían nada de malo. Nunca me dijeron nada por andar con niñas más mayores que yo hasta que me vieron andar con María.

Recuerdo, además, que un día, en un recreo en el que estaba con ella y otra niña más pequeña que yo, vino una profesora, me regañó diciéndome que no podía andar con niñas tan mayores, me cogió del brazo y me alejó de allí.

Cuando me acordé de eso hoy, me resultó curioso que nunca me hubiesen impedido ser amiga de otras chicas mayores. Cuando las compañías que frecuentaba no eran demasiado recomendables, los profesores informaban a mi madre de la situación, pero jamás vino ninguno a cogerme del brazo para alejarme de nadie, sólo de esta chica.

Quizás esté pensando mal, puede ser, pero estoy convencida de que estoy en lo cierto cuando digo que fue un caso de racismo en toda regla (la gente de ese lugar era [y es] extremadamente cerrada de mente, todo hay que decirlo).
Sólo sé que al año siguiente esa niña ya no estaba en el colegio, así que no la volví a ver ni volví a saber nada de ella.

Y ya está, se acabó el post.

miércoles, 30 de julio de 2014

Bullying, acoso escolar e incompetencia de los profesores

Hace varios años sufrí algo así como acoso escolar (en el instituto). No fue muy fuerte, no llegaron a darme palizas ni mucho menos, pero psicológicamente fue mucho para mí. Así que voy a contar la historia, para denunciar de alguna manera que en los institutos hay mucho hijo de puta, mucho malcriado, y mucho profesorado incompetente que no tiene ni puta idea de nada.

La semilla de todo el conflicto comenzó cuando empecé la secundaria. Yo había llegado a ese instituto con una amiga mía de la primaria. No tenía más que una amiga, porque era la única niña con la que congeniaba (siempre se me hizo difícil congeniar con gente, incluso ahora, y en aquél entonces sólo la tenía a ella como amiga, a pesar de que nos peleábamos con mucha frecuencia).

Yo estaba relativamente contenta por el cambio de aires, había pasado de un deprimente colegio lleno de niños catetos (aunque había algún que otro niño listo, afortundamente) a un instituto lleno de adolescentes catetos. Era un cambio, al fin y al cabo.

En los primeros días, sólo andaba con esta amiga de la primaria, llamémosla A. Y al cabo de un par de semanas de empezar 1º de secundaria, un día, en una clase, se nos acercó S (otra niña de cuyo nombre no quiero acordarme). Fue agradable y simpática. Y a mí nunca me gustó la gente que es tan agradable y tan simpática. De hecho me da un poco de repelús y evito a ese tipo de gente. Se hizo amiga nuestra al instante y empezó a andar con nosotras en los recreos, y a sentarse con nosotras en las clases. Así que, aunque no conseguía saber si S me caía bien o mal, al final la acepté como compañera.

Todo parecía marchar bien hasta que un día, de repente, ellas dos, A y S me dieron de lado. Cuando pregunté qué pasaba, S (la "simpática"), me dijo literalmente:
    No queremos estar más contigo, porque eres una falsa.

No me lo tomé mal, realmente. Me quedé pensando en qué era exactamente ser una falsa, en qué había querido decir. Al fin y al cabo, yo siempre había sido correcta con S, y en cuanto a mentir, nunca supe hacerlo (salvo que me encuentre bajo circunstancias apremiantes), así que lo de "falsa" no podía ir por ahí.
Lo dejé estar así, y seguí tratándolas con cordialidad a A y a S, al fin y al cabo, yo no había hecho nada, y ellas habían decidido no ser amigas mías por sí solas, la verdad, no me importaba gran cosa. Hasta que un día, tras saludarnos, S sugirió que volviésemos a ser amigas las tres. Yo me negué, simple y llanamente, porque no me fiaba de ellas dos, aunque tuviese una relación de compañerismo con ellas. Y fue ahí cuando empezó todo.

"S" se dedicó a difamarme a más no poder. A, que había sido amiga mía desde siempre, le seguía el cuento. Eso sí me dolió. Podía entender que no quisiese ser más mi amiga, pero no podía entender por qué mostraba una actitud hostil contra mí. Pudo ser que se sintieran ofendidas por rechazar su propuesta de amistad, pero aún siendo ése el motivo, no tenían derecho a sentirse así, ya que ellas me habían dejado de lado antes. Y yo no iba a andar como ellas mandasen. Prefería mil veces pasarme los recreos sola (así estuve la mayor parte de la secundaria, salvo el último año), que con personas con las que sentía que no acababa de congeniar.

¿En qué consistían las difamaciones de mis queridas S y A? En todo tipo de burradas que prefiero no escribir aquí. Además, ya se me olvidaron muchas de esas mentiras. No me dolía lo que dijesen de mí, eso me daba igual, lo que me dolía era la actitud.

"A" no fue más allá, pero "S" sí. Se dedicó a insultarme (ya no difamarme), y a acosarme. La ignoraba o le respondía con la misma moneda, según el humor que tuviese ese día. Pero se ve que se cansó, y decidió probar algo un poco más fuerte. Un día, iba yo caminando tan tranquilamente por el pasillo, cuando viene y me empuja por detrás. Y yo, con mis tiernos 11 años, siendo una inocente niña, un mero reflejo de lo que soy actualmente, reaccioné, me encaré a ella y la empujé de vuelta. Si ella quería, no tendría yo más remedio que pelear si tanto insistía en buscar pelea. Bueno, en realidad estaba deseando aplastarle su porcina cara contra el suelo aunque no me hubiese empujado, pero el detonante fue ese (se me olvidaba mencionar que ella sufría también acoso por su peso). Y justo en ese momento, una chica de la que me había hecho amiga, nos separó y trató de apaciguarme. Creo que esa fue la primera vez que sentí ira (aunque como pude comprobar después, no era ira propiamente dicha.

Pasaron dos años más de la secundaria en relativa tranquilidad. Una vez al año, más o menos, S volvía a intentar empezar con los insultos, y con el tiempo, sólo me demostró que lo único que le pasaba es que era una envidiosa (aunque realmente no sé de qué tenía envidia, la verdad). Cuando acabé la secundaria pude ponerme a pensar tranquilamente en el tema, y me di cuenta de que lo que S tenía era un complejo de inferioridad enorme, abismal, terrorífico. Ella sufría burlas por su peso, le dolía, se sentía humillada, y para intentar sentirse alguien, trataba de humillarme a mí. ¿Por qué a mí? Siempre supuse que el motivo era que no tenía muchas amigas y era muy tranquila. Solía ignorar mucho a la gente, iba a mi bola. Así que creo que pensó que sería una víctima fácil. Pero durante dos años no volvió a intentar pasarse de insultarme un poquito y ya está.

Fue el último año de la secundaria cuando vino el problema definitivo.
Ese año habían llegado nuevas a nuestra clase cinco chicas. Ellas cinco y S formaron un grupito que parecía una especie de mini-secta. No se separaban ni para mear. La cabecilla era una chica guapísima (el resto eran más bien feúchas, la verdad, así que supongo que por eso la guapa era la líder), pero no tenía nada de cerebro.
Cuando S entró en período de intentar insultarme (solía durarle un mes aproximadamente, yo solía decir que era su época de celo), cuatro de las cinco chicas nuevas le siguieron el rollo. Como S se vio alentada por su rebaño de focas, se le subieron los humos. Y la cosa empezó a ir a más grave. Acoso, en el más pleno sentido de la palabra. No me dejaban en paz ni cuando salía a la pizarra cuando me mandaban. Y solía responder con insultos, o ignorarlas, como siempre, dependía de qué humor tenía yo ese día.
Como quería evitar que el problema fuese a más de forma pacífica, resolví hablar con el orientador del instituto. Un señor que se encargaba de mediar en estos casos (y por cierto, creo que era psicólogo). Fui a su despacho, le conté todo, me desahogué (porque ya estaba casi al límite de mis fuerzas), lloré, y él me dijo que tenía que ignorarlas, que pararían con el tiempo porque se aburrirían de que no les hiciera caso.

Bien, pues había que intentarlo. Lo intenté durante una semana, y la cosa sólo iba a peor. Al final, parte del conflicto estalló en una pelea verbal y casi física en medio de un pasillo, cuando iba yo caminando con mi mochila al hombro, y una de las del grupito (no era la famosa S), me empezó a agarrar la mochila por detrás y a empujarme. Evidentemente, me volví, la llamé "hija de puta" y la empujé fuerte. Hay que tener en cuenta que la susodicha que me empujó esta vez era huérfana de madre, por lo que se enfadó mucho, y me amenazó con que no insultara a su difunta madre. A lo que le respondí que no me daba pena una víbora como ella, ni me causaba el menor remordimiento llamarla hija de puta. Me volví y me fui de allí, y me extrañó mucho que no intentasen seguir con el conflicto.

Al día siguiente me llamó la directora del centro. A mí, a S y a la que me había empujado el día anterior, a la que llamaré simplemente Hijadeputa. Resumiendo, ellas dos habían ido con el cuento de que yo las había insultado a ellas, sin ellas haberme hecho a mí. Yo, obviamente, expliqué que eso no era verdad, que hacía meses que soportaba sus insultos y sus acosos, y que me había defendido. ¿A quién creyó la directora? A ellas, por supuesto. ¿Y cómo pretendió solucionar el conflicto? Esa es la mejor parte. Nos dijo que nos pidiésemos perdón mutuamente e hiciésemos las paces. Yo me negué, pero al final tuve que hacerlo. Es decir, me obligó a humillarme todavía más delante de esas puercas asquerosas. ¿Qué mierda? Éramos chicas de 15 años, no niñas de 5. Un problema así no se soluciona con "pedirse perdón" y ya. Incluso mi madre llamó a la directora para quejarse del problema, pero no le hicieron ni puto caso. En fin, incompetentes todos.

Y no, aún no acaba la cosa, todavía queda el desenlace.
Estaba yo entrando en un aula, con dos chicas con las que solía hablar normalmente. Me senté en la primera fila, y antes de que se sentaran las dos chicas, se me acercó S. Me dijo:
    Levántate de ahí, que en esta fila nos vamos a sentar nosotras.
Le respondí:
    Quítame tú de aquí.
Mis dos futuras amigas ya se habían sentado en la segunda fila, y una de ellas me dijo que me sentase a su lado. Así que entonces me levanté, y S se cruzó conmigo tan pegada a mí (el hueco entre las filas de mesas era muy estrecho), que la pisé sin querer. Me empujó y me dijo entre dientes: "A mí no me pises, ¿eh?".
Ahí fue cuando exploté definitivamente, tras cuatro años aguantando estupideces. Ahí fue cuando me di cuenta de que nunca había sentido ira en mi vida, porque la estaba sintiendo en ese momento. Sentí como si quisiese sacarle las entrañas con mis propias manos. Empecé a gritarle no me acuerdo qué cosas, le solté una patada lo más fuerte que pude, y dejé caer lo que llevaba en las manos lista para dejarle la cara hecha un cuadro. Pero el profesor llegó pronto al aula, puso orden, y por desgracia sólo me había dado tiempo a darle un par de patadas y forcejear un poco.
Nada más llegar el profesor, se fue corriendo a la fila de atrás. El profesor preguntó que por qué nos peleábamos entre compañeras. Y ella respondió casi llorando "ESA (señalándome con una mirada medio asustada) no es compañera mía". Y ahí fue cuando me empecé a reír, pues todavía sentía la sangre en ebullición y unas ganas enormes de aplastarle la cara contra la pared. Estaba frenética, deseando pillarla para desahogarme por todos aquellos meses de acoso, y a la vez estaba liberada, feliz de verla asustada.

¿Quién se fue con el rabo entre las piernas, llorando al final? Esa puerca asquerosa.

¿Y en cuanto a los profesores? Por favor, son patéticos.

¿Qué mierda esperan diciéndole a un alumno que está siendo acosado que ignore a sus acosadores? ¿Qué coño se les está enseñando? ¿Que acaso los acosadores no van a ser castigados nunca, y los que somos más tranquilos y no molestamos a nadie vamos a tener que tragar toda la mierda? ¿Quieren que nos volvamos corderitos mansos que no defendamos nuestra dignidad cuando nos están humillando?
Todo ese rollo de "no vale la pena macharse las manos por esa gente" es una mentira. Siempre nos manchamos las manos, de una forma u otra. Yo me habría sentido más sucia si nunca hubiera plantado cara, si nunca hubiese estallado como lo hice, si me hubiese quedado en silencio, soportando (porque ignorar es imposible). Me defendí, me sentí orgullosa de mi misma. En otras circunstancias me habría asustado ante mi propia reacción, pero... realmente ahí aprendí a aceptar que mi lado negativo, mi lado oscuro no es malo, porque no predomina, sólo sale cuando debe.
Nadie volvió a molestarme durante los dos años que continué estudiando en ese instituto.

No digo que los profesores de un instituto tengan que decir a los alumnos "eh, si os acosan, dadles una paliza a los acosadores". Precisamente hay que evitar ese tipo de cosas. Me hubiera conformado al principio con que hubiesen sancionado a esa manada de perras con una buena expulsión, con que me hubiesen hecho caso, con que su actitud hubiese tenido consecuencias. Pero nadie hizo nada, y al final acabó todo como acabó, conmigo mostrando mi peor lado, mi lado violento. Afortunadamente, el profesor no dio parte de lo que había pasado en clase, así que no tuve ninguna consecuencia (porque de haberlo hecho, habría sido yo la expulsada, sin ninguna duda).

Fin de la historia.

jueves, 10 de julio de 2014

Cosmética barata vs. cosmética un poco más cara

Cuando era más jovencita solía pensar: "¿por qué hay cosméticos que son más caros que otros? ¿no son la misma cosa?".
Claro, con 15 años no tenía ningún tipo de problema en la piel, tan sólo los granitos típicos de la edad. Por lo demás, usaba crema hidratante normal, maquillaje normal, y champú normal. Todos de marca blanca, menos el champú (el champú de marca blanca lo empecé a usar más tarde).

Sin embargo, los años me hicieron ver que efectivamente, no es lo mismo.
Toda esa cosmética de marca blanca, unido a que mi piel al parecer es muy sensible, causaron que a largo plazo me surgieran cosas como dermatitis, que la piel de la cara se volviese seca y grasa a la vez (es decir: tengo la piel grasa, pero tirante, y se descama con facilidad). Al final, lo barato sale caro en más de un sentido: en el económico (por haber pasado tanto tiempo experimentando con según qué cremas), y en el de la salud (los problemas antes mencionados).

¿Y ahora qué? Acostumbrada a comprar cosas más bien baratas y a ahorrar, me duele un poco en el alma (y en la cartera) el gastarme más de 10 euros en una crema, o en un champú especiales para pieles sensibles e hipoalergénicos. Pero... al final, llego a la conclusión de que durante toda mi vida gasté más dinero en cosas que me causaron problemas, así que doy fe de que vale la pena si uno puede económicamente. Y que por cada tres botellas de champú barato (que duran menos, encima, porque hacen falta 2 aplicaciones) pude haberme comprado una botella del champú que usé toda la infancia (el que volví a usar ahora); y por cada tres tarros de crema hidratante pude haber comprado un tubo de crema que me pudo haber evitado los problemas de la piel.

Y ya no hablemos del maquillaje, que afortunadamente ya no lo uso nunca.

Es genial que haya gente a la que le va bien la cosmética más bien barata y de calidad menor. Ojalá yo fuese una de esas personas... pero por hacer el tonto, pude comprobar que efectivamente los productos algo más caros son los que funcionan de maravilla (para mí). Y he de aclarar que hay que distinguir aquellos productos cuyo precio es más bien por la marca que por la calidad.

Cada piel es un mundo...


viernes, 4 de julio de 2014

̶R̶a̶b̶i̶e̶t̶a̶ Opinión sobre un programa para el ordenador

En la entrada de hoy voy a hablar de cierto programa que NO RECOMIENDO PARA NADA. Y sí, estoy un poquillo (sólo un poquillo) cabreada.


El programa en cuestión es "Freecorder", un programa gratuito. ¿Para qué sirve servía? Para muchas cosas, como por ejemplo, guardar vídeos de youtube, grabar canciones (pones el vídeo y le das a grabar, y guardas la canción sin necesidad de descargar en ninguna página)... aunque bueno, eso era al principio, ya que en versiones posteriores le añadieron más funciones como grabar la pantalla del ordenador, conversor de formatos de audio y vídeo, meter software malicioso en el ordenador... etc.

Lo descargué por primera vez cuando compré el ordenador. Todo bien. Funcionaba perfecto. Recuerdo que era el Freecorder 4. O el 3. Bueno, en realidad no lo recuerdo. El caso es que todo funcionó como la seda hasta que se me ocurrió descargarme el 6, para irme actualizando, ya que iban añadiendo más funciones...
Al descargarlo, me modificó cosas de la configuración del navegador (bueno, de todos). Nada, era poca cosa y lo solucioné.
Y todo se jodió cuando descargué la última versión, justo hace unas horas. Me instaló un montón de mierda programas maliciosos; uno que era algo así como "netcrawl", otro que era "sweet...(nosequé)", otro que era algo como "pc speed..." (que aceleraría el rendimiento del ordenador, pero que es un virus, vamos), y alguno más.

Los desinstalé todos, incluido el Freecorder.

Y nunca más vuelvo a descargar este truño este programa.

Por eso hago este post.

Aunque lo lea poca gente.

Así que ahí lo dejo.


Y ahora que me sosegué un poquito, aclaro que: aunque parezca mentira, no pretendo hacer buena ni mala publicidad de este... programa. Simplemente escribí una opinión personal (mientras sufría un ataque de ira) en base a mi experiencia (la causante del ataque de ira).

Nada más que añadir.

domingo, 15 de junio de 2014

La Antigua Religión y la Wicca moderna

El post de hoy no es más que un copy-paste de un artículo que me encontré navegando por un foro de odinismo. Me pareció interesante, y decidí publicarlo aquí. No encontré este artículo en ninguna otra parte, así que para los que podáis consultar el foro de odinismo (hay que registrarse antes), aquí os dejo el enlace:  http://odinismo.com/foro/phpBB3/viewtopic.php?f=19&t=1706
No sé si hice bien o mal en compartir este artículo, pero dejo claro que no es de mi autoría, y que si el autor/a considera que debería borrarlo, puede comunicármelo para que lo quite.


La Antigua Religión y la Wicca Moderna

Se entiende por Antigua Religión el conjunto de religiones paganas (usualmente politeístas) europeas occidentales, en oposición a las “nuevas” religiones (monoteístas) llegadas de Oriente, como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo. Si concretásemos más la definición podríamos decir que la Antigua Religión es el conjunto de cultos y tradiciones mágico-religiosas autóctonos de la Europa Occidental, tanto en la vertiente de Terrestre-Femenina original como en la posterior Celeste-Masculina introducida por contacto con las culturas indoeuropeas. Cabe decir que las Religiones monoteístas también resultaron una relativa novedad en las zonas de origen, en las que desde el principio de la ocupación humana encontramos ricas y variadas muestras de paganismo. 

Los detractores, teóricamente cristianos, de la Antigua Religión la vincularon al culto a entidades malévolas, para después meter en el mismo saco a clarividentes, médicos, científicos, filósofos, y en general cualquiera que pusiera en duda sus dogmas o se opusiera a sus objetivos. De esta manera se extendieron muchos de los erróneos tópicos que aún perduran en la conciencia - tal vez mejor decir ignorancia - colectiva, hasta el punto de llegar a creer algo tan absurdo como que “las brujas sólo existen en los cuentos de hadas”.

A partir de principios del siglo XX, no obstante, gracias a las investigaciones arqueológicas así como a la abolición de las últimas leyes contra la brujería se inició un proceso de resurgimiento de los cultos paganos. Los seguidores de muchas expresiones de la Antigua Religión, que habían continuado clandestinamente con el legado de sus ancestros en núcleos familiares o reducidos durante las épocas de persecución, pudieron manifestar públicamente su opinión, entrar de nuevo en contacto y recuperar, ver crecer o crear algunas tradiciones. Hay quien considera la Wicca una continuación específica de la Antigua Religión, y hay quién opina que se trata de una nueva tradición basada en la recreación de las raíces paganas.

El resurgimiento de la Antigua Religión se inició en los países anglo-sajones, motivo por el que se ha popularizado la denominación “Wicca”. La palabra “Wicca” , que comparte etimología con “witch” (bruja), proviene del inglés antiguo “wicce” el cual, a su turno, proviene de la raíz sajona “wic” que significa doblegar o modelar. Wicca, Wicce, Wica o Wite eran maneras de denominar a los Sacerdotes y Sacerdotisas del paganismo en las regiones anglo-sajonas. Éstos eran considerados conocedores de las propiedades herbales y con capacidad clarividente, pero, ante todo, eran valorados por su capacidad de “modelar la realidad ”, de hacer Magia. 

Si bien es cierto que actualmente se ha llegado a considerar la Wicca como sinónimo de la Antigua Religión, esta asimilación resultaría un considerable empobrecimiento para la segunda... algo así como si se asimilara el catolicismo al cristianismo; ortodoxos y protestantes quedarían fuera, pero también las “herejías” o corrientes no admitidas del mismo, como el Catarismo.



El Resurgimiento de la Antigua Religión

Durante los siglos que siguieron a las persecuciones, la Antigua Religión, en sus diversas formas, permaneció oculta. Los libros y estudios de brujería provenían de registros y obras medievales eclesiásticas y, por lo tanto, se basaban en la misma concepción errónea del paganismo. No fue hasta 1921 que apareció una obra que tratara imparcialmente el tema de la brujería europea; la antropóloga Margaret Murray publicó The Witch Cult in Northen Europe, recogiendo datos que apuntaban hacia la existencia de una religión organizada pre-cristiana. Según la Dra. Murray, la Antigua Religión tenía su origen en la prehistoria, y era un culto muy extendido que había tenido una trayectoria continuada des de su origen. En 1931 publicó un segundo libro, ampliando sus teorías: The God of the witches.

En 1951 fueron revocadas las últimas leyes contra la brujería, hecho que permitía que los practicantes de cualquiera de las muchas formas de la Antigua Religión salieran a la luz. Aún así, durante años se mantuvo el silencio, por temor a las persecuciones o, tal vez, a la opinión pública. Gérald Brosseau Gardner, iniciado en el Coven de New Forrest poco antes de la Segunda Guerra Mundial, publicó una novela: High Magic’s Aid, en la que presentó algunas de las creencias y prácticas de su tradición. Unos años más tarde, tras obtener finalmente la aprobación de sus compañeros, en su obra Witchcraft Today, presentó la imagen contemporánea de la misma, siendo la primera persona que manifestó en público su práctica de la Antigua Religión.

Gardner, después de años de estudio del tema, llegó a la conclusión de que el legado que tenía en sus manos, había llegado de un modo inexacto e incompleto. Originalmente el conocimiento de la Antigua Religión había sido transmitido de forma oral, y usualmente no fue hasta el tiempo de las persecuciones, cuando los grupos se disgregaron y perdieron el contacto, que este saber se registró en los llamados Libros de Sombras. Como este libro pasaba de generación en generación y era copiado a mano por sus poseedores, era natural la inserción de errores y modificaciones. Gardner tomó los datos del Libro de Sombras de su grupo y lo reescribió de la manera que le pareció más parecía al manuscrito original. En 1950 fundó la su propia tradición, la Gardneriana. A la sacerdotisa del su Coven, Doreen Valiente, se le atribuye la creación del Creed, la Rede y la Rune. Al lado de Gardner también destacan los nombres de Janet y Stewart Farrar, así como sus obras; What witches do y Eight Sabbats for Witches. 

En este periodo de resurgimiento de la Antigua Religión, y creación de la Wicca ( al menos de la versión moderna de la misma) parece ser que fue importante el contacto con el druidismo, la rama organizada del cual había derivado de la refundación, aproximadamente en el año 1770, de la Druid Order. Gerald Gardner y Ross Nichols, fundador de la Order of Bards Ovates & Druids (OBOD), crearon lazos entre sí, y como resultado de estos intercambios surgieron los ocho Sabbats del calendario festivo en la mayoría de tradiciones neo-paganas; la Wicca incorporó los Solsticios y Equinoccios ( Yule, Litha, Ostara y Mabon) a sus celebraciones, y el Druidismo incorporó las conocidas como celebraciones lunares de fuego ( Beltane, Imbolc, Lammas, Samhain) a las suyas.

En América destaca Raymond Buckland, iniciado en Escocia dentro de la tradición Gardneriana, que fundó su propia tradición, la Seax-Wicca, en el año 1973.

En contraste con el seguido de nuevas tradiciones que derivaron de la influencia y estudios de Gerald Gardner destaca la figura de Sybil Leek, de origen inglés pero residente en los Estados Unidos. Sybil Leek, contemporánea a Gardner, criticó en numerosas ocasiones la formación indiscriminada de nuevas tradiciones así como el peligro que presentaban de alejarse esencialmente de espíritu de la Vieja Religión.

También en América, y dentro de los grupos de base no-Gardneriana destaca la Tradición Feri, o Faery, fundada por Víctor y Cora Anderson.

Probablemente en este contexto comenzó a usarse la denominación “Wicca” ligada al resurgimiento iniciado en los países anglo-sajones, factor por el cual muchos practicantes y tradiciones se muestran reticentes a identificarse con esta expresión. 

Con la llegada de los años 60 creció el interés por formas de espiritualidad alternativas a la norma cristiana; entre las que encontramos el Paganismo Europeo y la Wicca. La cultura pre-cristiana ( no sólo europea ) fue reconocida en amplios sectores, tanto desde el punto de vista popular como des de los estudios de investigadores. A partir de la década de los 70 en muchos aspectos y sobretodo en Norte América, la Wicca era algo conocido públicamente, y en cierta manera aceptado por diversos grupos sociales. Por una parte esto favoreció la aparición de nuevos libros, manuales, novelas, revistas, así como grupos y organizaciones paganas y Wiccas. Pero por otro lado potenció lo que Sybil Leek ya había advertido, la aparición de farsantes y el alejamiento progresivo en forma y esencia de la Antigua Religión. No se tardó demasiado en apreciar estas diferencias, por parte de los grupos más antiguos del paganismo, que a menudo se apartan de los seguidores de las nuevas tendencias. Mike Nichols sintetiza la problemática hablando de la “Vieja” y la “Nueva Guardia del Paganismo”.

La diferencia viene dada principalmente por el contexto social que existía antes y después de la década de los 70. Para los paganos de la “Vieja Guardia” el simple hecho de decidir participar en la Antigua Religión ya era una prueba de fuego. En primer lugar, era muy difícil encontrar otros paganos; por lo tanto, a menudo no podían contar con alguien que les enseñara o respondiera sus dudas. Practicaban en soledad y, para muchos, encontrar ya no un Coven en el que ser aceptados e iniciados, sino un grupo de estudio organizado era prácticamente una utopía. Por otro lado, las obras sobre el tema eran escasas y poco difundidas, era necesario leer todo lo posible, y juzgar según el propio criterio y un despierto escepticismo. Tampoco contaban con las simpatías de la sociedad, más bien justo lo contrario. Para los paganos de la “Vieja Guardia” era un trabajo constante de estudio y recopilación, de preparación intensa, un enfrentamiento constante con la presión del mundo que siempre habían conocido como única respuesta a sus inquietudes espirituales que requería firmeza, voluntad y disciplina. Era necesario ser discreto y serio ante las demás personas, sereno y crítico ante la información a la que se conseguía llegar. Aún cuando esto supusiera tener que echar por tierra más de una vez un castillo de ideas formado a base de meses, y volver a empezar sin perder el ánimo. 

Para los paganos de la “Nueva Guardia” el panorama era completamente diferente. Podían acceder a la información fácilmente, y con un mínimo esfuerzo encontrar grupos organizados de una u otra tradición. Por otro lado, los libros sobre el tema solían simplificar tanto conceptos como práctica, presentando el Paganismo ( y con él la Wicca ) como poco más que un estilo de vida positivo y naturalista, incluso como algo compatible - en simultáneo - con otras religiones. Encontraron un apoyo por parte de diferentes grupos sociales como por ejemplo ecologistas o les feministas, que veían en este “ nuevo estilo de vida” una espiritualidad que podía contener su propio credo. Se hicieron frecuentes las autoiniciaciones, no como única salida tras largos años de búsqueda y aprendizaje sino como una manera fácil de entrar en un juego que, con los años, iría en alza. Así mismo se multiplicaron las nuevas tradiciones a raíz de la mezcla indiscriminada - y , en ocasiones, también carente de sentido -. Ya no se consideraba necesaria la crítica, ni se valoraba el proceso lento y firme de aprendizaje, ya no se consideraba importante la ayuda de otros con mayor experiencia. Bastaba con leer un par de libros, autoiniciarse y juntar un montón de personas afines a la propia ideología para formar un nuevo grupo. Des del nuevo punto de vista todo podía funcionar de una manera rápida y fácil, a menudo perdiendo el individuo importancia frente al colectivo, y la motivación interior ante el impulso de seguir una nova moda, presentada de un modo muy diluido o sensacionalista en los medios de comunicación, y que podía abandonar en cualquier momento. Así, el resurgimiento del Paganismo se convirtió también en muchos desgraciados casos en una degradación del mismo, y de nuevo el viejo saco en el que podía meter cualquier cosa.

Sin embargo, la verdadera diferencia no está sellada entre una tendencia innovadora y una conservadora; sino en la persona. En su amor y fuerza de voluntad. La persona que está pisando en Antiguo Sendero conscientemente sabe que pisa sobre las huellas de unos que antes que él fueron novicios, y sabe que de su propio ser algo debe ser digno de ser aportado a sus desconocidos herederos. Aquel que camina sobre el Antiguo Sendero, y es consciente de ello, realiza cada paso firme y suavemente, amoroso y paciente, pero sin descanso. La diferencia no está en realidad en la cantidad de información que tiene a su alcance, sino en la manera como la busca, la trata, la asimila y la emplea. Aquel que anda sobre el Antiguo Sendero y es consciente de ello sabe que en realidad el objetivo es destilar su propio ser, y que para ello debe estar dispuesto. Sabe que las herramientas pueden ser increíblemente simples. Y, sobretodo, sabe que al final del tramo le espera el Guardián del Umbral, la metafórica figura que nos recuerda que todo tiene un precio. Aquel que de veras anda el Antiguo Sendero, es guiado por una voz interior que ha conocido en la soledad de su ser, y le ha mostrado el camino hacia su propio centro.

No importa su edad, ni nacionalidad, ni sexo, ni posición social; pues va quedando atrás. Y no importa cuanto innove, ni cuánto quiera mantener la tradición, no importa que esté en grupo o solo, ni importa el rostro o el nombre que corresponden su Señora y su Señor; no importa si inclina el ara al Norte o al Este, ni si su athame es considerado herramienta de aire o de fuego. Anda el Antiguo Sendero, y su voz interna lo guía, y él avanza confiado y capaz, y el Sendero del Paganismo se anda y se respira, se anda y se canta, se anda y se siente dentro y fuera de uno; como flotando en una hermosa vibración del Arpa Dorada de la Existencia.



Vaelia Bjalfi

Revisado Agosto 2002


domingo, 2 de marzo de 2014

¿Desear algo "negativo" para alguien... es necesariamente malo?

Hoy me pongo filosófica a mi manera.

Normalmente, las personas tienen en su cabeza, en su forma de pensar, una clara (o quizás no tan clara como creen) distinción entre bien y mal.

Sin embargo, las cosas, los actos, son demasiado complicados (o hay demasiadas cosas a tener en cuenta), como para clasificarlos entre "buenos" o "malos" así tan alegremente.

Por poner unos breve ejemplo:
Si robo porque no tengo qué comer, ¿es bueno o malo?
Si robo a un pobre porque no tengo que comer, ¿es bueno o malo?
Si robo a un pobre porque sí, ¿es bueno o malo?
Si es que soy cleptómana y necesito ayuda profesional, ¿es bueno o malo?
Si robo a un rico porque tengo hambre, ¿bueno o malo?
Si robo a un rico porque es un codicioso, aunque no quiera sus cosas para nada, ¿es bueno o malo?
Si robo para lucrarme yo, ¿bueno o malo?

Algunos de estos casos son buenos y malos a la vez. Así que con esto creo que se comprueba claramente que las cosas no son blancas ni negras. Son según como las vean las personas.

Por eso, tengo cierta tendencia a desear cosas "malas", a ciertas personas (y creo que todos la tenemos). Sin embargo, aunque pueda parecer una contradicción, no quiere decir que les desee mal.
Por ejemplo (y esto es verídico), una pariente lejana mía (estúpida, la pobre, todo hay que decirlo), dijo un día, toda llena de razón, que ella jamás aceptaría un trabajo donde no le hicieran contrato y su correspondiente cotización a la seguridad social. Que jamás trabajaría "en negro" (o sin contrato), ni aunque se estuviera muriendo de hambre. Que antes de trabajar sin contrato, robaría, incluso si se tratase de dar de comer a sus hijos.
Bien, este ejemplo que puse es real, repito, lo dijo una pariente lejana que hace mucho con la que no tengo trato.
Ahora bien. Mientras estaba diciendo esa sarta de tonterías, no pude evitar desear con toda mi alma, que en algún momento de su vida se viese tan, pero tan apurada económicamente, que no tuviese más remedio que trabajar en negro, como trabaja mucha gente que no tiene otro remedio para poder comer todos los días. En teoría, verse en la miseria es malo, pero las cosas malas muchas veces nos dan una cura de humildad importante. Quien más y quien menos, pasó por malas épocas, y o bien se hicieron más humildes, y más conocedores de las adversidades de la vida, o bien se hicieron unos amargados.

Hay más ejemplos, pero escribir acerca de todos ellos me da pereza, y no quiero hacer un post muy largo.
Además, seguro que a todos se nos ocurren buenos ejemplos. Como las personas que hablan de algo sin haberlo vivido y sin tener ni puta idea, las personas que te juzgan sin antes haberse puesto en tu piel... y cosillas así, a las que les deseas que se lleven una cura de humildad, o una prueba de su propia medicina.